domingo, 3 de abril de 2011

Lo sabia.

Escrito por Elena (eferrandiz)


Lo sabía. Sabía que Vilma no estaba enamorada de él, pero a Palomares le costaba dejarla ir, estaba enamorado de ella. No podía olvidar aquel día que cubo en mano se dirigía a limpiar las letrinas. Entró al baño y oyó el agua de la ducha, dejó el cubo sobre el banco que se encontraba en los vestuarios y entró en la ducha con la intención de cerrar el grifo abierto. Pero su sorpresa fue encontrar allí sentada, tiritando bajo el chorro de agua fría a Vilma. Rápidamente cerró el grifo y se agachó a su lado.

-Vilma… ¿qué ha pasado? Estas helada, ven… - Intentó levantarla pero no podía, es como si Vilma se encontrara pegada al suelo de la ducha o hubiera desarrollado una fuerza inhumana. Palomares la miró con cara de preocupación y percató de que Vilma estaba llorando. - ¿Qué te pasa? ¿Por qué lloras? – Vilma seguía sin articular palabra y el cura se sentó junto a ella poniéndole la chaqueta de este. Así estuvieron un rato hasta que Vilma se decidió a hablar.

-Andrés, gracias. – Dijo casi en un susurro.

-¿Por qué?

-Por no dejarme sola. – Y no volvió a decir nada.

Palomares recordaba aquella escena con tristeza, no le gustaba que hicieran sufrir a nadie y menos a Vilma. Aquel día Piti había besado a Estela dejando a Vilma destrozada. Recordaba perfectamente como la rubia lo había llamado: “Cerdo baboso”. Ese cerdo baboso era su compañero de camarote, su amigo, pero había engañado a Vilma y eso no se lo perdonaría al igual que ella que aseguraba que habían terminado su corta relación.

A las pocas semanas Piti seguía intentando volver con Vilma, y esta estaba casi recuperaba, se había centrado en cuidarse y cuidar su embarazo. Para ella ahora lo más importante era eso. Palomares, por su lado cometió el error de contarle a Ainhoa porque pensaba dejar el sacerdocio. En los últimos días el cura comunicó a la tripulación que pronto dejaría de ser el sacerdote de aquel barco. Nadie preguntó porque, de sobra sabían que Palomares se había enamorado en aquel barco pero ¿de quién? Palomares sentía que al estar enamorado no podía centrarse en otra cosa, para él todo giraba en torno a Vilma y sentía que estaba fallando a sus feligreses por lo que decidió dejar su vida cristiana a un lado. Y así se lo contó a Ainhoa, que no dudó en contárselo todo a su amiga.

-¿Por eso lo has dejado? – Palomares estaba en el turno de lavandería cuando oyó esa voz que sabía perfectamente de quien era.

-¿A qué te refieres, Vilma?- dijo dándose la vuelta.

-¿Qué si has dejado tu vida religiosa por mi?- Dijo seria.

-Vilma… yo…

-Solo dime sí o no.- Se acercó aun más seria. Él solo asintió y bajo la cabeza. Vilma lo abrazó tiernamente. – ¿Y por qué no me dijiste nada? Pensaba que éramos amigos, además estas últimas semanas hemos sido inseparables… ¿no confías en mi?

-Esto es muy difícil para mí, he dejado a Dios por ti, porque sé que fallaría a todo el mundo si continuara con mis votos, te fallaría a ti. Y claro que somos amigos. – Tragó saliva. – Eres una mujer increíble y estas semanas han sido las más difíciles, hemos sido inseparables y no te imaginas lo que me ha costado separar la amistad de lo que siento por ti.

-Ahora se lo mucho que me quieres… y me encanta que una persona como tu este enamorada de mí, me convierte en la mujer más envidiada de este barco. – Sonrió. – Estado pensando y si me te doy una oportunidad se que conseguiré quererte tanto como tú a mí.

-¿Qué quieres decir? – Palomares la miró confuso.

-Que tú eres quien puede devolver la calma a mi vida.

Después de esa tarde Palomares y Vilma se dieron una oportunidad y comenzaron a salir. Palomares se sentía el hombre más feliz, y Vilma está aprendiendo a abrir su corazón de nuevo, sabía que Andrés no le haría sufrir. Al principio era una relación secreta, solo lo sabía Ainhoa, pero sabían que pronto todos se enterarían porque a Ainhoa le costaba guardar un secreto, y más uno como ese. Esa noche después de la cena contarían la verdad. Como ambos imaginaron Piti no se lo tomó bien, se levantó pegando un golpe a la mesa, miró furioso a Palomares y se fue. Por el contrario, Noa estaba feliz a pesar de que ya lo sabía y Estela y Ramiro se quedaron sorprendidos. Todos esperaban la reacción de Piti, pero también pensaban que pronto se le pasaría. Y no fue así, pasada una semana seguía sin hablar con Palomares, y este lo estaba pasando mal, no le gustaba estar peleado con nadie y menos con él.

Una tarde Piti salió a cubierta y allí vio a Vilma, estaba hermosa, los rayos de sol iluminaban su rostro a la vez que la brisa marina jugueteaba con su rubio cabello. De pronto Palomares apareció rodeando con sus brazos por detrás a Vilma, la cual sonreía. Al contemplar la escena Piti enfureció pero su rabia fue mayor cuando las manos de Andrés acariciaron la tripa ya pronunciada de Vilma.

-Eso sí que no… - Susurró a la vez que se dirigía hacia la pareja. Sin darles tiempo a reaccionar, cerró el puño con fuerza y lo estampó en la cara de Palomares tirándolo al suelo.

-Pero… ¿Qué haces, estás loco?

-Si Vilma, no soporto verte junto a él, veros cada minutos juntos, que me hayas apartado de tu vida.- Se giró bruscamente para mirar a Palomares que se estaba levantando del suelo. – Pero no voy a permitir que me quites lo único que me une a ti, mi hijo… nuestro kiwi. –Esto último lo dijo en un susurro que casi no se escuchó. Pero la rubia si lo escucho y una lágrima recorrió su rostro.

-Vámonos de aquí.- Dijo cogiendo del brazo a su novio y dejando solo a Piti.

-La he vuelto a cagar…

-La has vuelto a cagar pegando a Palomares pero no abriendo tu corazón a Vilma. – Dijo una voz que había presenciado la escena.

-Salomé… - Piti agachó la cabeza.- La quiero, y estoy completamente seguro de eso. Me comporte como un idiota, vale, si, cometí un error, pero todos fallamos. Hoy solo sé que la quiero…

-Claro que todos fallamos, cariño. – Salomé se acercó y lo abrazó. – ¿No crees que ella se ha equivocado también?

Palomares se sobaba el ojo mientras Vilma daba vueltas por el camarote. Sabía que seguía enamorada de Piti, ambos lo sabían y no tenían por qué ocultarlo. A Palomares le iba a costar mucho verla con Piti, pero sabía que a su lado ella sería feliz, y nada le faltaría. Además las maravillosas semanas que había pasado con ella nadie se las iba a quitar.

-Ve con él. – Dijo Palomares atrayendo la atención de Vilma y consiguiendo que dejara de dar vueltas. – Vilma, los dos sabemos que sigues enamorada de Piti, y él ha demostrado que también. ¿O crees que va pegando puñetazos a todo el que se le cruza por delante? Piti no es así. – Sonrió.

-Lo sé… si te quisiera a ti la mitad de lo que le quiero a él…. – Agachó la cabeza y se sentó junto a él. – Andrés, lo he intentado pero no puedo, lo que tengo contigo es distinto, no sé, te tengo mucho cariño, eres mi mejor amigo pero solo eso… amigo. – Levantó la cabeza y sorprendió a Palomares con una sonrisa.

-Lo sé, pero por lo menos esto ha servido para que pongas orden en tu vida y comprendas que conoces el amor. Eres una gran mujer y te mereces ser feliz, y si tu lo eres yo lo soy. Y siempre me vas a tener aquí.

Palomares no se arrepentía de haber terminado la relación con Vilma, le hubiera gustado que nada terminara, que ella lo quisiera tanto como él a ella pero eso no sería real. Vilma por su lado, volvía a cubierta sin olvidar las palabras de Palomares, nunca le habían dicho algo tan bonito, por algo era su mejor amigo. Él también era un gran hombre y estaba segura que otra mujer de aquel barco le robaría el corazón cuando menos se lo pensara, y por supuesto ella tendría que pasar el visto bueno, para eso era su mejor amiga. Llegó a cubierta y pronto vio allí a Piti, apoyado en la barandilla con la mirada perdida. Enseguida él se percató de la presencia de la muchacha.

-Vilma… yo… - Esta no le dejó terminar y le plantó un beso que ninguno de los dos olvidaría. Cuando se separaron Piti intentó volver en sí. – ¿Eso significa que me perdonas?

-Eso significa que te quiero. – Volvió a besarlo.- Y como vuelvas a fallarme hago que te la cortes tu mismo, delante de un espejo y con unas tijeras oxidadas. – Dijo divertida.

- Tranquila que no te voy a fallar, ¿sabes por qué?- Dijo cogiéndola por la cintura y pegándola a él. – Porque te quiero.

-Lo sé.

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