domingo, 3 de abril de 2011

La importancia de un segundo.

Escrito por Elena (eferrandiz)


En un segundo se puede decidir si morir o vivir, si vive o si muere. En un segundo se juegan las últimas cartas, en un segundo la vida puede dar un giro sorprendente. Nunca vas a olvidar ese interminable segundo que se lleva lo más importante en tu vida.


Aun recuerdo cuando íbamos de la mano por el pasillo en dirección a la enfermería. Aquel día conoceríamos el sexo del bebé. Ella estaba hermosa, con una sonrisa que iluminaba su rostro, yo en cambio parecía un manojo de nervios, había asistido con ella a las últimas ecografías pero aquella era diferente, me sudaban las manos pero no soltaba la mano de Vilma. Por mi mente pasaban miles de pensamientos. Todavía no habíamos hablado del nombre, eso era… ¿Cómo la íbamos a llamar? ¿Vilma habría pensado en algo? Me lo habría dicho. Yo intentaba calmarme, todavía no sabíamos si iba a ser niño o niña, el nombre podía esperar. Vilma que intentaba mantener firme el anclaje de nuestras manos me miró y sonrió haciendo que me relajara. Ella me conocía, sabía que con un solo gesto podía llegar la calma a mí, y así fue.

Ya en la enfermería la doctora nos preguntó si estábamos preparados. Preparados no ansiosos, pero la respuesta de Vilma me sorprendió. ¿Cómo que no quería saberlo? ¿Cuándo lo había decidido? Intento convencerme de que sería más emotivo saberlo el día del parto, que más nos daba esperar unos meses más, seria enternecedor esperar, y me convenció.

Pasaron los días y reíamos sobre el nombre. Si era niña no quería que se llamara como ella, no le gustaba que el nombre pasara de madres a hijas. Estaba claro le gustaba cualquier nombre menos el suyo. Decidimos que tanto si era niña como si era niño decidiríamos el nombre en el momento que naciera.

Ya quedaba poco para que diera a luz, y conforme se aproximaba el parto ella lo pasaba peor, tenía fuertes dolores pero la doctora aseguraba que eran normales, estaba a días de dar a luz y su embarazo fue complicado desde los primeros días. Le mandó reposo absoluto, y yo me aseguraba de que lo cumpliera, algo que no era muy difícil ya que casi no podía moverse. Yo pasaba las horas junto a ella. Juntos recordamos los momentos que habíamos vivido en aquel barco que ahora era nuestra casa. Vilma no dejaba de reír cuando recordó el percance del chicle y yo disfrutaba viéndola sonreír, se le notaba que era feliz. Mis recuerdos se encaminaron a la primera vez que cruzamos una mirada, que duró un segundo, pero en esa mirada se concentraba todo un mundo, todo un universo. A partir de entonces supe que sería alguien muy especial para mí en ese barco. Pero esto no se lo comenté, no quería que se burlara de mí, aunque sabía que nunca lo haría, ella sabía que era una persona sensible, sabía que era más que el tonto del chicle, había cambiado mucho en los últimos meses. Ahora todo para mí era ella y mi hijo.

Aquella tarde cuando por fin se durmió fui a darme una ducha y enseguida me encontraba de vuelta en aquel camarote que compartíamos. Entré y la encontré sentada en el suelo con cara de dolor. Rápidamente me puse a su lado y la ayudé a incorporarse.

-Piti… he roto aguas, está en camino. – La agarré con fuerza para que no se cayera por lo débil que se encontraba y salí del camarote para llevarla a la enfermería.

- Es..estas ma..malita. – Comentó Burbuja que se acercaba por el pasillo.

- Llama a Julia, dile que vamos a la enfermería, Vilma está de parto. – Dije acelerado, y Burbuja obedeció y salió corriendo en busca de la doctora.

El dolor cada vez era más intenso, lo podía notar en su rostro. La mueca de dolor no desaparecía, aun así no dejaba de sonreír. Llegando a la enfermedad se detuvo, haciendo que la mirara.

-Te quiero. – Susurró.

La besé y sentí como decía la verdad, se encontraba débil pero tenía la necesidad de decirlo. Nunca nos habíamos dicho claramente un te quiero, pero las palabras sobraban, ambos sabíamos que estábamos enamorados el uno del otro. Con una mirada nos bastaba, habíamos aprendido a saber lo que sentía el otro con solo mirarlo. Éramos perfectos el uno para el otro.

Cuando llegamos a la enfermería, Julia lo tenía todo listo y Burbuja me ayudó a recostar a Vilma en la camilla. La agarré fuertemente de la mano, no estaba sola. Julia empezó a darle indicaciones, y Vilma comenzaba a sudar y respirar agitadamente. Empujar le decía, eso era fácil, pero no para ella, estaba muy débil. Burbuja que se encontraba en la enfermería se tapó los oídos y se dio la vuelta ante los gritos de dolor de Vilma. Yo presentía que algo no iba bien. Con una mano mantenía mi agarre a la suya y con la otra acaricié su frente sudada para tranquilizarla pero su sudor era frio, sus gritos fueron disminuyendo.

-Pedro… - Alcanzó a susurrar antes de desvanecerse.

-Vilma, Vilma!! – Grité, algo no andada bien, ella nunca me llamaba Pedro, nadie lo hacía. Las lágrimas empezaron a caer por mi mejilla al ver que no reaccionaba. Mire a Julia. - ¿Qué le pasa?

- Piti, esto no va bien. – Su cara había cambiado por completo. – Vilma a perdido mucha sangre, además durante el embarazo tuvo una hemorragia interna y…

-¿Julia que quieres decir? – Grité desesperado.

- No podemos salvar las dos vidas. Si intentamos salvar al bebé Vilma se desangrara y si intentamos salvar a Vilma el niño morirá ahogado por la sangre. – Una lágrima descendió por su mejilla ante la impotencia de no poder hacer nada.

- No, no… ¿no podemos hacer nada?. – Ella negó con la cabeza. – Miré a Vilma que se encontraba inconsciente en la camilla, en un segundo tenía que decidir que viviera ella o nuestro hijo. Cuando por fin era feliz, cuando había encontrado a alguien, cuando iba a formar una familia… - Vilma dime algo!! – Mi llanto era desesperado, no podía dejar morir a la mujer que quería pero tampoco a nuestro hijo. Cerré por un momento los ojos y recode aquellas palabras: “Tu hijo es un kiwi”. – Sálvelo, el bebé.- No sabía si hacia lo correcto o no. La doctora intentó salvar al niño y yo me aferré fuertemente sin dejar de llorar al cuerpo de aquella mujer que me había hecho tan feliz.

El llanto no cesaba, pero fue interrumpido por aquel bebé que se había quedado sin madre. Ni siquiera levanté la cabeza, seguía aferrado a Vilma.

-Piti… ha sido una niña.

-Déjame!! – Grité.- Quiero estar a solas con ella. – Julia y Burbuja lo comprendieron y salieron llevándose la niña recién nacida. – Has oído, ha sido niña, como tú querías, como los dos queríamos. – Susurré al cuerpo sin vida de Vilma. – Vilma, no puedes dejarme… - Una lágrima resbaló por mi rostro cayendo finalmente sobre el cuerpo de Vilma. – Te quiero.

Continúe abrazado a su cuerpo, cuando me quise dar cuenta todos sabían lo que había pasado y se encontraban en la puerta de la enfermería. Me levanté, aparté su pelo y besé su frente. Estaba fría, había sufrido en los últimos días pero una sonrisa seguía formada en sus labios. Las lágrimas volvieron a caer por mis ojos y salí de allí.

Ainhoa me abrazó llorando y yo me volví a derrumbar. Palomares solo puso su mano en mi hombro, lo que me dio fuerza. Me sequé las lágrimas y comencé a avanzar por aquel pasillo. Todos se quedaron mirando como caminaba sin saber que hacia pero no me importaba, lo que más me importaba lo acababa de perder.

Llegué a cubierta, mire el mar. Y sin pensar me quité la camiseta y me lancé al agua. Ramiro y Palomares que venían detrás de mí, me gritaban que saliera del agua, a ver que no les hacía caso y que no salía, Palomares se tiró.

Allí en el agua sin entender porque tuve la necesidad de lanzarme no dejaba de pensar en ella. ¿Por qué nunca le dije que desde el primer día sabia que me iba a enamorar de ella? ¿Por qué no le dije tantas cosas que hoy pasaban por mi cabeza?

-Piti… - Dijo Palomares nadando hacia mí.

-Palomares, la he perdido. Sin ella no soy nadie, nadie.

-Lo sé, pero tienes que ser fuerte, por ti y por la niña.

La niña. Todavía no la había visto. ¿Qué clase de padre era? Salí rápidamente, ninguno de los chicos entendía nada. Recogí mi camiseta del suelo, me la puse y entré en el barco dispuesto a conocer a mi hija. Conforme me acercaba a la enfermería mi corazón palpitaba cada vez más deprisa. El cuerpo de Vilma ya no estaba, en la enfermería se encontraba la doctora con la niña.

-¿Y Vilma?

-Ahora no debes preocuparte por ella. – Dijo acercándose con la niña en brazos.

-Julia perdóname por como reaccioné antes.

-No te preocupes, se lo difícil que es para ti.

Cogí en brazos a la niña, era hermosa. Al verla no pude evitar que las lágrimas volvieran a brotar. Nos habíamos quedado solos.

-¿Y cómo la vas a llamar? – Comentó Ainhoa entrando. Se notaba que también había llorado. – Podrías ponerle Vilma, asi…

-No. – Dije rotundo. – Vilma no quería que se llamara como ella. ¿Qué os parece Paula?

Y Paula se llama. Hoy cumple un año, y un año hace que perdí a su madre. No sé si lo estoy haciendo bien como padre pero estoy seguro que Vilma se sentiría orgullosa de mi. Todos en el barco me ayudan y me apoyan, intentan animarme, pero solo puedo sonreír cuando estoy con Paula. En un año ha crecido tanto… es rubia, idéntica a su madre. Hasta hoy no hay ningún día en el que no le haya hablado de ella. Lo vivido juntos esta ahí, nadie lo borrará jamás pero, sólo es eso, un recuerdo.

Pedro Gironés

3 comentarios:

  1. joder que istoria mmas emotiva pero mas triste:( espero k no pase eso en la serie y que vilma se quede con piti ai nuestro kiwi cuando nacera?¿?y por dios k no se muera ni el kiwi ni vilma k cojo una depresionn Y ESCRIBES MUY BIEN ME A LLEGADO LA ISTORIA PITI&VILMA SIEMPREEEEE

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  2. Porfavorrrr que casi lloro k m encanta vilma y como se muera s k... M muero io tambien. Oie tu pa scritora fijo e jejejeje io no tendria tan claro lo de salvar al bebe. Vale vilma se enfadaria conmigo pero por lo menos la seguiria viendo y asi podria tener un hijo mio mio. S pero k no se muera en la serie .:(

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  3. Esto por dios que no se muera vilma por que sin ella la serie no sera lo mismo...!!! a mi me encanta ese personaje es la mejor contando tambien con piti:)

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