Escrito por Elena
El problema era grave y Vilma no podía seguir haciendo como si no existiera. Iba a peor, cada vez peor. No tenía bien los pechos, y esa mañana habían sido una tortura las dos tomas de Paula. Le dolía, pero había continuado dándole de mamar a la niña hasta el día anterior. Tal vez la causa fuera su inexperiencia.
Tenía fiebre y sentía dolores incluso al tomar en brazos a la niña. Tenía que hablar con la doctora Julia, pero sola no podía ir a la enfermería, se le iba la cabeza a causa de la fiebre y tampoco podía dejar sola a la niña. Por eso esperó, sabía que pronto llegaría Piti a visitarla o Ainhoa y Estela a ver a la niña, siempre lo hacían, así ella aprovechaba para darse un baño o desayunar.
Y no se equivocó, las dos chicas no tardaron en llegar. Vilma soltó un suspiro de alivio al verlas asomar por la puerta.
-Chicas, no me siento bien. – Dijo Vilma levantándose de la cama mareada.
-¿Gripe? ¿El estómago? ¿Qué te pasa? – Interrogó Ainhoa cogiéndola del brazo para que se sentara de nuevo. Vilma intentó explicarse con la voz entrecortada. – Tienes mucha fiebre, tenemos que llevarte a la enfermería.
Entre Ainhoa y Estela la levantaron de la cama. La hija del capitán la llevó a la enfermería mientras Estela se quedaba al cuidado de Paula. Una vez llegaron a la enfermería, Julia no tardó en atenderlas al observar el estado de Vilma y la cara de preocupación de su amiga.
-Mastitis- Diagnosticó Julia – Tienes una infección en los pechos. Si Paula se pasa la noche sin mamar, tú acumulas leche. Tendrás que tomar antibióticos para combatir la infección.
-¿Me estás queriendo decir que ya no podré darle el pecho a Paula?
-Los niños salen adelante con los biberones, Vilma.
-¿Y de donde saco un biberón en este barco? – Dijo sobresaltada.
-Vilma, cálmate, ya pensaremos en algo. – Aseguró Ainhoa. -¿Piti sabe lo que te pasa? —Preguntó.
-No.
-¿No le dijiste que tenías fiebre?
-No quería preocuparlo.
-Pues es hora de que se entere. Seguramente, a Paula va haber que darle un biberón dentro de un rato.
Ainhoa salió rápidamente a buscar a Piti a cubierta. Allí lo encontró pescando.
-Piti, escúchame. – Ordenó- Vengo de la enfermería con Vilma, que está mala. Tiene fiebre y le duelen los pechos.
-¿Cómo está Vilma? – Preguntó preocupado.
-Bien, tranquilo no es grave, pero necesita ayuda con la niña. ¿Estás dispuesto a ayudar?
-Dime lo que hay que hacer, y lo haré —fue la rápida y decidida respuesta.
-Bien, necesitas biberones, así que ve al camarote de mi hermana, ella tiene unos de juguete que pueden servir. No me mires así, es lo que tenemos. – Dijo al ver la cara de Piti al decir “biberones de juguete”. Tenían pocos recursos en el barco y tenían que arreglárselas con lo que tenían. - Julia dice que hay que esterilizarlos y desinfectar las tetinas. Busca leche en la cocina, si tienes alguna duda pregúntale a Salomé. La próxima toma es a las dos, pero puede que Paula la pida antes. – Suspiró - ¿Puedes encargarte de la niña?
-Claro. Yo cuidaré de las dos.
-¿Estás seguro de que te las podrás arreglar?
-Son mi familia.
—Estela está al cuidado de la niña en el camarote. Te avisaré cuando sepa algo nuevo de Vilma.
Piti sabía que a pesar de la situación, era la ocasión perfecta para ganarse el cariño de la niña. Los niños tienen un instinto especial para saber lo que les conviene. Y es cuestión de lógica: Paula necesitaba un padre, y él era el adecuado.
El problema era grave y Vilma no podía seguir haciendo como si no existiera. Iba a peor, cada vez peor. No tenía bien los pechos, y esa mañana habían sido una tortura las dos tomas de Paula. Le dolía, pero había continuado dándole de mamar a la niña hasta el día anterior. Tal vez la causa fuera su inexperiencia.
Tenía fiebre y sentía dolores incluso al tomar en brazos a la niña. Tenía que hablar con la doctora Julia, pero sola no podía ir a la enfermería, se le iba la cabeza a causa de la fiebre y tampoco podía dejar sola a la niña. Por eso esperó, sabía que pronto llegaría Piti a visitarla o Ainhoa y Estela a ver a la niña, siempre lo hacían, así ella aprovechaba para darse un baño o desayunar.
Y no se equivocó, las dos chicas no tardaron en llegar. Vilma soltó un suspiro de alivio al verlas asomar por la puerta.
-Chicas, no me siento bien. – Dijo Vilma levantándose de la cama mareada.
-¿Gripe? ¿El estómago? ¿Qué te pasa? – Interrogó Ainhoa cogiéndola del brazo para que se sentara de nuevo. Vilma intentó explicarse con la voz entrecortada. – Tienes mucha fiebre, tenemos que llevarte a la enfermería.
Entre Ainhoa y Estela la levantaron de la cama. La hija del capitán la llevó a la enfermería mientras Estela se quedaba al cuidado de Paula. Una vez llegaron a la enfermería, Julia no tardó en atenderlas al observar el estado de Vilma y la cara de preocupación de su amiga.
-Mastitis- Diagnosticó Julia – Tienes una infección en los pechos. Si Paula se pasa la noche sin mamar, tú acumulas leche. Tendrás que tomar antibióticos para combatir la infección.
-¿Me estás queriendo decir que ya no podré darle el pecho a Paula?
-Los niños salen adelante con los biberones, Vilma.
-¿Y de donde saco un biberón en este barco? – Dijo sobresaltada.
-Vilma, cálmate, ya pensaremos en algo. – Aseguró Ainhoa. -¿Piti sabe lo que te pasa? —Preguntó.
-No.
-¿No le dijiste que tenías fiebre?
-No quería preocuparlo.
-Pues es hora de que se entere. Seguramente, a Paula va haber que darle un biberón dentro de un rato.
Ainhoa salió rápidamente a buscar a Piti a cubierta. Allí lo encontró pescando.
-Piti, escúchame. – Ordenó- Vengo de la enfermería con Vilma, que está mala. Tiene fiebre y le duelen los pechos.
-¿Cómo está Vilma? – Preguntó preocupado.
-Bien, tranquilo no es grave, pero necesita ayuda con la niña. ¿Estás dispuesto a ayudar?
-Dime lo que hay que hacer, y lo haré —fue la rápida y decidida respuesta.
-Bien, necesitas biberones, así que ve al camarote de mi hermana, ella tiene unos de juguete que pueden servir. No me mires así, es lo que tenemos. – Dijo al ver la cara de Piti al decir “biberones de juguete”. Tenían pocos recursos en el barco y tenían que arreglárselas con lo que tenían. - Julia dice que hay que esterilizarlos y desinfectar las tetinas. Busca leche en la cocina, si tienes alguna duda pregúntale a Salomé. La próxima toma es a las dos, pero puede que Paula la pida antes. – Suspiró - ¿Puedes encargarte de la niña?
-Claro. Yo cuidaré de las dos.
-¿Estás seguro de que te las podrás arreglar?
-Son mi familia.
—Estela está al cuidado de la niña en el camarote. Te avisaré cuando sepa algo nuevo de Vilma.
Piti sabía que a pesar de la situación, era la ocasión perfecta para ganarse el cariño de la niña. Los niños tienen un instinto especial para saber lo que les conviene. Y es cuestión de lógica: Paula necesitaba un padre, y él era el adecuado.
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