domingo, 31 de julio de 2011

Hechizado

Escrito por Elena


6 de julio de 2011, ahí estaba él, por la noche, en cubierta, fumándose el ultimo cigarrillo que le quedaba, aquel que guardaba para una ocasión especial, aunque sin duda esta no la era. El aire era caliente, iba a ser otra noche en la que costaría conciliar el sueño, y no solo el aire de la típica noche de verano tendría la culpa.

Terminado el cigarrillo, Piti entró dentro y fue a su camarote. Despacio se quitó la ropa y se puso el pantalón del pijama ya que hacia demasiada calor como para ponerse la camiseta también. Apartó las sabanas y se alargó en la cama.
Al instante, abrió los ojos de nuevo y se dio la vuelta, no sabía cuánto tiempo había pasado, quizás minutos pero para él parecían horas. No podía conciliar el sueño, otra noche en vela, ya no recordaba cuantas llevaba así, no podía, simplemente no podía dejar de pensar en ella, tenía que reconocer que no estaba bien.

-Vilma…- Su voz débil y quebrada parecía ahora irreconocible para aquellos que la escucharon cuando era un adolescente alocado, de ese Piti ya no quedaba nada, ahora todo se puede resumir a un joven enamorado.

Nunca pensó que hablaría así, había abierto su corazón por primera vez y ahora solo esperaba una respuesta. Nunca había pasado por esto, hasta ahora la mayoría de chicas le habían rechazado, pero es verdad que nunca había estado enamorado de alguna de esas chicas, solo había querido pasar un rato divertido. Ahora todo era distinto, muy distinto, nunca antes había sentido lo que ahora sentía, estaba enamorado, no quería pasar un rato con Vilma sino que tenia la necesidad de estar junto a ella por días y días. No veía el fin, quería a Vilma en su vida, y no era solo un capricho. Y no solo ella, ya el bebe lo sentía como suyo, lo sentía como su hijo y estaba dispuesto a cuidar de él aunque hubiera perdido la apuesta con Palomares. En ese instante recordó nuevamente aquel día, el día en el que cometió la gran estupidez de jugarme la paternidad del niño a los dados, tanto él como Palomares habían actuado erróneamente como si el niño se tratase de un cromo. Ambos estaban arrepentidos, ambos querían a Vilma. Seguramente había reaccionado así por celos, pero eso no lo justifica, sabía que esto hacía dudar a Vilma, y ahora estaba pagando las consecuencias.

Pero ya no era solamente él, por otro lado estaba Palomares, al parecer él también sentía algo por Vilma, los dos amigos enamorados de la misma chica. Parece el argumento de una película. Si a todos ya les parece raro que Piti puede enamorarse más raro se ve en un cura, pero las experiencias de las últimas semanas les habían hecho ver que ya nada era imposible. Ambos tendrían que luchar por el amor de Vilma.

Y como todos los días el sol le sorprendía por la ventana.

-Vaya, ya es de día, otra noche sin dormir. -Suspiró.

Con cuidado se levantó para no darse en la estantería y se fue al baño antes de que se llenara, en estos últimos días lo que menos le apetecía era estar rodeado de gente. Pero esta vez no estaría solo.

Entró en el baño y vio como una chica rubia se duchaba, rápidamente al oír sus pasos se dio la vuelta y se tapó con la toalla.

-¿Te duchas siempre a estas horas? – Dijo al ver lo temprano que era.

- Si… Piti, ¿verdad? – Asintió. – No me puedo acostumbrar a las duchas mixtas, por eso me ducho antes. ¿Y tú?

- En los últimos días evito estar rodeado de gente.

-Pareces algo triste… Si quieres hablar con alguien, puedes contar conmigo. – Le sonrió.

-Gracias Dulce. – Dijo fingiendo una sonrisa.

Pronto empezó el barullo en el barco. Se dio una ducha y desayunó. La verdad es que con todo esto no tenía mucha hambre, pero se obligó a comer algo… No era momento como para enfermarse y seguir añadiendo ítems a la lista de cosas que le habían salido mal en estas últimas semanas. Necesitaba hablar con alguien que supiera escuchar y aconsejar. Realmente necesitaba hablar con alguien que no le juzgara, que no supiera nada de él. Sin saber que hacer salió a cubierta, necesitaba aire fresco. Después de unos minutos, observó a Dulce leyendo un libro, estaba inmersa en la lectura cuando de pronto se sorprendió delante de ella.

-¿Dulce? – Levantó los ojos del libro y lo miró con una sonrisa. – Esta mañana… emm… me has comentado…

- Claro, siéntate aquí y cuéntame. – Sonrió señalándome un sitio a su lado.

- ¿Cómo sabes que quiero hablar contigo? – Preguntó extrañado.

- Se te nota. Cuando te vi pensé que eras una persona viva, que puedes sacar una sonrisa por difícil que sea la situación, y no sé qué te ha pasado pero sé que no me equivoco, no eres como te estás mostrando ahora. – Tenía razón, por lo que no dudó en sentarse.

-Tienes razón. Mi vida no ha sido fácil. – Suspiró - Cuando era pequeño murió mi hermano, por esos años muchas cosas cambiaron en mi y en mi familia. Prefería estar solo o con mis amigos, pero no en mi casa... no con mi familia, me encerraba en mi cuarto para no ver a nadie. – Volvió a suspirar y observó como Dulce lo escuchaba con atención, como cuando esa misma historia se la había contado en su día a Vilma. – Durante mucho tiempo no me importó nada. Y luego, una vez que vi que no tenía más opción que seguir viviendo, decidí que no volvería a sufrir otra perdida.

-Así que decidiste cerrar tu corazón a todas las mujeres.

Piti apartó la vista y se frotó la cara con las manos.

-Era más fácil salir con muchas chicas.

-Y hacer creer a todo el mundo que te habías convertido en un donjuán.

-Supongo que sí. - Murmuró y giró la cabeza para mirarla a los ojos.-Hasta que la conocí a ella…

- Vilma.

- ¿Cómo… como lo sabes? – Preguntó extrañado y pudo notar que miraba a alguien detrás de él. Rápidamente se dio la vuelta y allí la vio. – Vilma… - Susurró antes de que ella saliera corriendo y él detrás dejando a Dulce sola. Llegó a la puerta del camarote de las chicas y después de tocar pronto obtuvo respuesta.

-¡Lárgate!

-Vilma… - Dijo entrando.

- ¿Es que no me has escuchado?

-No, todavía he escuchado lo que sientes por mí. – La miró clavando los ojos en su mirada. – ¿Por qué saliste corriendo? Pusiste cara de miedo, y la verdad yo también lo sentí.

-Piti, no quiero volver a vivir una pesadilla. – Dijo Vilma rompiendo su silencio. – Lo nuestro no puede ser.

-Háblame de tu pesadilla.

Vilma lo miro, no era algo que quisiera compartir con nadie, pero algo la empujaba hacerlo.

-Era mi mejor amigo- dijo, sin apenas darse cuenta de que había empezado a hablar –De alguna manera el era mas tímido conmigo que yo con él. ¿Por qué te cuento todo esto?

-Porque es importante que lo hagas- Dijo Piti. Vilma lo miró, si, quería decírselo porque lo quería y confiaba en el. – Así que te acostaste con él.

-Ni siquiera llegué a pensar en eso. Ya te he dicho que éramos amigos. No pensé en nada.- Dijo con voz temblorosa. – Pero tenía que haberlo hecho.

-¿No pensaste en las consecuencias?

-No se me ocurrió, también estaba borracha. - Replicó recordando cómo había sido todo. – Si pensé, pensé que él y yo éramos amigos y todo saldría bien… - Y se interrumpió incapaz de seguir.

-Tranquila. – Comentó para aliviarla.

- No hay nada más que decir. –Dijo con un hilo de voz. – Yo sabía que era tímido y amable y… y allí estaba, aquella noche, como si fuera un extraño… Las noches siguientes las pasé despierta preguntándome porque lo había hecho…

-¿Y has soportado todos esos pensamientos tu sola?

-¿Y a quien iba a contárselo? Durante los siguientes días me llamó varias veces, incluso también lo hizo minutos antes de que me subiera al barco. – Tragó saliva. – Quería saber de mí, pero en cambio yo no quería saber nada de él.

-¿Y subiste al barco huyendo de él aun sabiendo que estabas embarazada?

- Me enteré de mi estado aquí… - Suspiró. – Y ahora está muerto, todos están muertos… - Dijo dejando caer una lagrimas por su mejilla.

-Pero nosotros no, nosotros estamos vivos. – Dijo acercándose a ella. – Y vamos a crear un mundo nuevo mundo para este niño – Comentó topando la tripa de Vilma. – Ya sea en este barco o la tierra que encontremos, un mundo como tú quieras.

-Piti… - Se secó las lágrimas y salió corriendo.

Era la segunda vez que lo hacia ese día, pero esta vez la dejó marchar. Entendía lo duró que era todo para ella, pero la quería y no quería verla sufrir, no a ella.

Después de cenar, Piti bajó al camarote para ver a Vilma y llevarle una manzana, pues no había subido a cenar y estaba preocupada por ella. No la había visto desde que habían tenido aquella conversación por la mañana y había tratado de preguntarle a Estela pero estaba muy ocupada detrás del capitán.

-Piti, ¿Qué haces aquí?

-No has subido a cenar y te he traído esto. – Dijo entregándole la manzana.

-Gracias. – Y en un momento ya se había comido media manzana. – Voy a hacerte una pregunta y quiero que seas sincero.

-Claro. – Dijo aclarándose la garganta a la vez que se sentaba al lado de Vilma.

-¿Qué has visto en mi? Necesito saber porque me quieres.

-Eso es fácil. – Suspiró. – Eres diferentes a las demás mujeres. Eres guapa, interesante, tienes una personalidad que me encanta, por no hablar de tu sonrisa… Eres indomable y muy orgullosa que no se deja pisotear, eres sincera, una fusión entre lo arrogante y lo tierno. ¿Quién no podría quererte? – Sonrió, Vilma a su vez parpadeó sorprendida y se sonrojó.

-Nadie me había dicho algo así nunca.

-¿Todavía no te has dado cuenta de lo mucho que te quiero? Ya has sufrido bastante, y yo también…

-Piti. – Dijo interrumpiéndolo. – Si que me he dado cuenta, pero tengo miedo.

-¿Miedo? – Preguntó. - ¿Estas enamorada?

-Si… creo que sí, y creo que es eso lo que me asusta.

-No tengas miedo. – Se acercó y le dio un pequeño beso en la mejilla. – Me tienes hechizado.

-¿Y cuanto va a durar ese hechizo? – Preguntó con un mirada picara, venciendo todos sus miedos, olvidando todo lo que había sufrido. Ahora iba a pensar en ella, en ella y Piti.

-Nunca.

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