miércoles, 10 de agosto de 2011

Ejerciendo de Padre – 3ª Parte

Escrito por Elena


Piti tuvo una sensación de terror al pensar que toda la preparación no serviría de nada si Paula notaba que todos los hábitos de su pequeña vida habían sido alterados.

“Soy un corcho”, se dijo Piti intentado no perder la calma. Era la hora del biberón pero primero había que comprobar si los biberones estaban a la temperatura adecuada.

—¿Cómo lo hacemos? —Preguntó Estela.

—Hay que echarse unas gotas en el antebrazo. La leche no debe estar más fría ni más caliente que nuestra piel. – Contestó Palomares.

Piti cogió a la niña en brazos dispuesto a cambiarle el pañal.

—Todo va bien —Le dijo Piti cambiándole el pañal. — Papá se va a encargar de todo. Ya está —Dijo mientras le metía las piernas en el pijama—. Ni tu madre lo podría hacer mejor. – Rio. —Lo que viene ahora te va a parecer un poco raro. No hay nada en el mundo que pueda sustituir a mamá, pero en la vida hay cosas que tienes que aceptar, te gusten o no. Tú eliges entre los dos biberones que te he preparado.

La vida tenía a veces giros inesperados. Había que adaptarse y continuar adelante. Piti no había planeado ser padre, pero allí estaba, haciendo el papel de padre y madre a la vez.

Piti se sentó sujetando a Paula con un brazo y le puso una toalla debajo de la barbilla.

-La temperatura es adecuada. – Dijo Palomares dándole uno de los dos biberones.

—Bien. Vamos con el primer preparado, tetina estrecha.

Todos los ojos estaban pendientes de la tetina que entraba en la boca de Paula.

—Está chupando —Dijo Palomares nervioso.

—Sí, pero, ¿saca algo? —Preguntó Estela.

Las pequeñas mandíbulas de la niña trabajaron un corto tiempo antes de darse por vencidas. Luego escupió la tetina y empezó a llorar. A Piti se le volvió a formar un nudo en el estómago, miró el nivel del biberón y apenas había descendido.

—Vamos con la intermedia.

Antes de ofrecerle el otro biberón, Piti limpió bien los restos del preparado anterior. De una u otra forma, tenía que alimentarla.

Paula probó con apetito la siguiente tetina y durante los siguientes cinco minutos pareció que iba a ser la ganadora. Pero entonces su estómago se revolvió y el preparado fue devuelto. Manchó las toallas, Piti trató de calmar a la niña, pero la niña volvió a vomitar sobre su espalda. Como había vaciado el estómago, Paula empezó a llorar pidiendo alimento.

—A lo mejor deberíamos volver a probar con la tetina estrecha, de esa forma chupará menos leche y poco a poco se irá adaptando a ella.—Dijo Palomares.

—Bien. – Asintió Piti.

Todos contuvieron el aliento mientras Paula empezaba a chupar de la tetina, más despacio esta vez. Sus succiones aumentaron el ritmo y el contenido del biberón comenzó a descender.

—Lo tenemos.

Piti esperaba que Paula recordase aquella tetina en su memoria para reconocerla en futuras tomas. Los seres humanos eran contradictorios e impredecibles. No le había quedado más remedio que reconocer que tenía en brazos un ser humano en miniatura con mente y estómago propios que dependía por completo de él. Era toda una experiencia.

Piti empezaba a sentirse feliz de que Paula hubiera acabado por aceptar lo inevitable, al menos por esa vez. Tal vez se hubiera rendido por cansancio o por desesperanza, aunque Piti prefería verlo desde el lado positivo: su hija no se iba a morir de hambre.

—Tu madre estará orgullosa de ti, Paula. Has dado un gran paso.

Vilma debía de estar pasándolo mal. La noche anterior había sospechado que Vilma se sentía mal y se lo había estado ocultando. Aunque lo que no entendía era por qué se lo había ocultado. ¿Acaso no se daba cuenta de que él haría cualquier cosa por ella? Al menos había podido descargar a Vilma de una de sus preocupaciones. La Operación Biberón había sido un éxito.

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