viernes, 12 de agosto de 2011

Ejerciendo de Padre – 5ª Parte (Final)

Escrito por Elena



Años más tarde…

A Piti le costaba profundizar el sueño. Iba recordando lo sucedido antes de acostarse. Vilma y él solos, en una velada en cubierta… Al final comprendió lo que le había despertado. El bebé llorando.

Piti hizo un esfuerzo por levantarse de la cama, intentando no despertar a Vilma, no quería que el llanto la despertara. Era una gran noche, una noche que se habían ganado.

Ainhoa se había quedado de canguro y les aseguró que no había habido ningún problema. Los niños se habían quedado dormidos en su camarote, por lo que decidieron no despertarlos para llevarlos al camarote que Piti y Vilma compartían. El bebé tenía ya seis meses y no debería despertarse llorando a esas horas. Piti pensó que Ainhoa seguramente estaría con Ulises.

El camarote estaba uno enfrente del otro, por lo que llegó sin problemas. Al acercarse, vio con sorpresa la luz del camarote encendida. Ainhoa debía haberse dejado encendida la luz de la mesita. El llanto habían parado pero Piti decidió acercarse, por si pasaba algo y de paso para apagar la luz.

Al llegar a la puerta se paró en seco, allí estaba Paula. La niña desde su altura de sus tres años estaba mirando al bebé.

—Escúchame bien, chaval. Tenemos que llegar a un “cuerdo”. A mí no me gusta despertarme cuando aún está oscuro. Te voy a enseñar las cosas —Dijo poniéndose al lado de la mesita y apagando la lámpara. — Esto es oscuro. ¿Te has enterado? Oscuro —Repitió. — Cuando esté oscuro te callas.

El bebé respondió con una pedorreta y la lámpara se volvió a encender.

—Esto es luz, puedes llorar cuando hay luz. —Movió autoritaria el dedo ante el bebé. — Pero antes no. Y a mí no me hagas “perrodetas”. Un poco de respeto, que soy tu hermana mayor.

El bebé no emitió sonido.

—Mejor así. —Comentó Paula— En esta familia, tienes que aprender rápido, chaval. Ahora te vuelvo a dejar oscuro y me voy a la cama. Más vale que te duermas, te puedes despertar cuando haya luz.

La luz se apagó y Piti volvió a su camarote, antes de que le sorprendieran. Se quedó unos instantes atento, para asegurarse de que todo estaba bien. Reinaba el silencio, así que se acostó. Desde luego Paula era toda una campeona.

Vilma se acurrucó contra él.

—Te quiero —Susurró entre sueños.

—Yo también te quiero —Susurró él.

Y, satisfecho con esa su familia, cerró los ojos y volvió a dormirse con la seguridad de que en su mundo todo iba bien.

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