miércoles, 20 de julio de 2011

¿Celos?

Escrito por Elena



Estaba refrescando por aquellos días y había ido a mi camarote a por una chaqueta. Abrí la puerta con cuidado, y cuando iba a salir algo hizo detenerme. Al final del pasillo pude ver la silueta de dos personas que escuché hablar animadamente, lo que despertó mi curiosidad. Pronto, las voces se me hicieron familiares, lo que hizo despertar más mi curiosidad.

Esperé detrás de la puerta para no ser descubierta y pude observar con el alma en un vilo como Dulce empezaba a acercarse disimuladamente hacía Piti fingiendo que tropezaba para sujetarse a su chaqueta y pegar su cuerpo al de él. Pero Piti no parecía percatarse de sus intenciones y solo se dedicaba a sujetarla para evitar que se cayera, sus brazos y sus manos estaban tocando a otra, no realmente en el sentido morboso de la palabra, pero la estaba tocando.

Reprimí soltar un suspiro y me tragué las ganas de querer gritar que se separaran en ese mismo instante. No debía de detener esa escena, primero porque me verían celosa, segundo porque aunque me doliera respetaba sus sentimientos y aceptaría que estuviera con otra mujer, siempre y cuando fuera feliz.

Me mordí el labio nerviosa, sentí un enorme nudo en la garganta que me impedía respirar con normalidad. Miré como Dulce movía sus labios hablando pero no lograba escucharla, ambos parecían tener una conversación amena y de vez en cuando sus labios dibujaban una sonrisa.

Detuve la respiración cuando Dulce en una patética actuación simuló temblar de frio y Piti la abrazó para darle calor. Apreté los dientes pero solo conseguí que chocaran una y otra vez entre ellos, castañeando sin cesar.

—Es mío, zorra. —hablé entre dientes. Piti debía de estar abrazándome a mí y no a ella. No era justo. ¿Qué tenía ella que yo no? Descaro.

En un segundo, Dulce cogió a Piti por la nuca y lo acercó a su rostro con brusquedad y desesperación. Mis ojos se cerraron automáticamente como modo de supervivencia pero me obligué a abrirlos al mismo instante que los cerré.

Contemplé como Piti se besaba apasionadamente con Dulce, al punto de que casi sus lenguas formaban un nudo y sus cuerpos parecían uno solo…

No, espera... Eso no estaba pasando, agité mi cabeza para dejar de imaginar cosas que no eran reales. Abrí mis ojos aun más. La escena que antes se veía como un perfecto lugar para una pareja romántica, ahora era destrozada por los rechazos de Piti.

Dulce se veía frustrada y enfadada al no poder besar sus labios, ya que estos decían un rotundo no. Sonreí victoriosa y no pude contener un grito de alegría. Al hacerlo ambos se giraron, tuve que esconderme detrás de la puerta para que no me vieran.

—Genial…—susurré con una estúpida sonrisa. Si Piti había rechazado a Dulce, eso significaba que todavía tenía cierta ventaja, y sus palabras podían ser ciertas, que estaba enamorado de mí. Suspiré relajada y cuando quise volver a espiarlo, ambos ya iban caminando hacia el comedor.

Con emoción cerré la puerta y empecé a saltar como una adolescente a la que un chico le hubiera dicho que le gustaba, Piti me había dicho que me quería, y yo había presenciado como rechazaba a una mujer… simple pero gratificante.

Después de tanto ajetreo, abrí la puerta y subí al comedor donde todos se encontraban.

—Hola, chicos—saludé.

—Hola—saludaron algo aburridos. Estela repasaba aquella revista que habíamos releído mil veces. Palomares, parecía más perdido que en el desierto del Sahara. Dulce solamente se encontraba sentada en una silla con la mirada perdida.

Suspiré y se senté en otra silla con intensiones de charlar y estar mirando tranquilamente a Piti desde lejos. Enseguida mi mirada se topó en la de Piti y este se levantó de su asiento y se sentó al lado de Dulce y sus labios se movieron para pronunciar un "Lo siento".

Mis músculos se tensaron, podía sentir las pulsaciones de mi corazón retumbando en mis oídos y la aceleración de mi respiración. Me tenía que contener para no gritarle que era un tonto y un desequilibrado, Dulce era fácil y ahora estaba él lamentándose, ella lo tomaría como un "Vamos a intentarlo, bésame".

Solté un suspiro sin dejar de mirarlo, ahí estaban los dos. Ella con una tímida sonrisa y él acariciando su pelo con delicadeza, estaba a punto de correr a mi camarote con la intención de sacármelo de la cabeza, pero cuando se giró hacía mi, una sonrisa desafiante de formó sobre su cara. Lo miré algo desorientada sin saber a qué se debía esa expresión, ahora sí que no entendía nada, hasta que lo comprendí. ¿Pretendía darme celos? Sí, era eso. Si eso quería le respondería de la misma forma.

Me senté al lado de Palomares, le sonreí y él lo hizo también. Su rostro era inocente y él me inspiraba deseos de despeinar su pelo con dulzura, escuchar sus problemas y saber sus secretos, sin embargo, no me incitaba querer besar sus labios.

Cuando vi a Piti levantar la cabeza, inmediatamente me puse a acariciar el pelo de Palomares, escuché su bufido y reí por lo bajo. Me sentía mal por Palomares pero me encantaba que Piti sintiera celos. Yo sentía celos porque lo quería solo para mí y para nadie más. ¿Eso era malo? ¿O bueno? No sabía cómo interpretarlos, era bonito sentir como una persona desea que tengas solo ojos para ella, pero al mismo tiempo venían las consecuencias, posesión, obsesión, inquietud, miedo, desconfianza…

Yo seguía inconscientemente masajeando la cabeza de Palomares que estaba a punto de quedarse dormido pero todos espabilamos cuando escuchamos la voz del primer oficial.

— ¡Chicos! ¡Vamos, es hora de acostarse! —todos saltaron de sus asientos, incluyéndome y miramos a De la Cuadra.

Ya era tarde y era hora de dormir, todos nos dirigíamos a nuestros camarotes cuando noté como alguien me cogía del brazo hacía la cocina.

— ¡¿Qué te pasa?! - le grité.

—Si querías ponerme celoso, bien, lo has conseguido. —Suspiró – No puedo verte cerca de otro hombre, no lo soporto.

— ¿Y crees que para mí es fácil verte con otra mujer?—contraataqué – Solo de pensar que una mujer intenta besarte… me irrita.

¿Qué? ¿Qué acababa de decir? “¿Y crees que para mí es fácil verte con otra mujer?” Eso era posesión… “Solo de pensar que una mujer intenta besarte… me irrita.” Eso era… ¿Amor? Claro, ¿si no a que venían los celos al verlo junto a Dulce? No me llevó mucho tiempo darme cuenta de los verdaderos sentimientos hacia Piti, estaba enamorada, y era algo que por primera vez me encantaba, era una sensación extraña, como un cosquilleo en el estómago…

— ¿Qué tratas de decirme? —me miró con insistencia interrumpiendo mis pensamientos.

— Lo que trato de decirte es que…— tragué saliva- Jamás pensé que podría llegar a enamorarme de ti, antes la simple idea de imaginarlo me trastornaba. Pero después de tanto tiempo…- De pronto puso un dedo sobre mis labios haciéndome callar.

—No digas nada más— Escuchaba su respiración agitaba y muy cerca. Me estremecí cuando sentí ahora toda su mano dentro de mi camiseta tocando mi cintura.

Mi mente se encontraba apagada y por más que quisiera pensar si estaba mal o bien lo que estaba haciendo, nunca llegaba la respuesta. Tal vez eran mis propios deseos los cuales me nublaban la mente o tal vez ya me había cansado de pelear y de reprimir estas ganas de besarlo, tocarlo y tenerlo solo para mí…

Poco a poco nos fuimos acercando, acarició mi mejilla con solo una mano y se acercó hasta que nuestros labios se tocaron. Nos perdimos en un suave y dulce movimiento rítmico y coordinado, como si nuestras bocas se conocieran desde hace años, se adaptaban con demasiada facilidad y confianza. Todo era acompañado con leves caricias.

De pronto nos besamos con mayor furor, nuestras lenguas se rozaban. Fui empujándolo poco a poco, hacia la pared. Nuestros labios no se separaban excepto para coger un poco de aire y nuestras caricias iban en aumento.

Llegó un momento en que arrinconé a Piti contra la pared y mis manos sintieron la tentación de arrancarle la ropa. Dejé de besarlo y empecé a quitarle la chaqueta. Lo miré a los ojos, le sonreí y levanté su camiseta.

Continué besando su cuello. Pequeños besos, mordiscos, hasta que no soportó que yo fuera la única que lo sedujera. Me dio la vuelta inesperadamente hasta ser yo quien quedará atrapada entre la pared y su cuerpo.

Me dio un profundo beso e inició su tortura en el lóbulo de mi oreja. Solté un leve gemido de placer. Bajó sus manos por mi espalda hasta que se detuvo en mi trasero, apretándome contra él.

—Vilma…—me llamó—Si no me paras en este momento…Ya no podré parar.

— ¿Quién ha dicho que quiero que pares?

Piti sonrió y volvió a besarme. Me quitó rápidamente la chaqueta y la camiseta, dejando ver mi sujetador. Cualquier sensación de frio en ese momento desapareció. Yo traté de seguirle el paso, no iba a quedarme desnuda antes que él. Con más torpeza de la necesaria, desabroché su pantalón pero no logré bajarlo por completo…

Ambos terminamos en ropa interior, pero parecía que seguíamos cubiertos por prendas de gran grosor. Quizás por el calor de nuestros cuerpos, o tal vez por aquella necesidad que quitar lo que estorbaba. Seguíamos besándonos, gastando energías y recibiendo al mismo tiempo.

Tenía que admitirlo, me despertaba mis más oscuros instintos. Estábamos tan juntos, que nos era tan fácil besarnos sin interrupciones, sin dejar a un lado el placer. Piti, de pronto alejó sus labios de mi cuello para acercarlos a mi oído.

—Te quiero. —me susurró, haciendo que pudiera enamorarme más de él, si eso podía ser posible.

Como dijo el filosofo Johann Wolfgang von Goethe, "El amor es el único juego que pierdes, simplemente por rehusarte a jugarlo." Y yo no estaba dispuesta a perder.

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