Sueño o realidad

Escrito por Elena (eferrandiz)

Se despertó sudorosa, todo había sido un sueño. Tan real, había sido tan real, que solo el mero hecho de recordarlo provocó que se estremeciera de manera involuntaria. Notaba la garganta seca y un fuerte dolor de cabeza. Le costaba respirar. Notaba el ambiente cargado y decidió ir a la cocina a por un vaso de agua. Todo estaba tranquilo, lo que resultaba extraño después de lo ocurrido en los últimos días. Gamboa había aparecido, Estela seguía con su juego de conquistar al capitán, tenían cobertura, Burbuja jugaba a encontrar tesoros con Piti y Palomares... Piti y Palomares... Volvió a estremecerse al recordar su sueño. Era la hora de la siesta, y había decidido acostarse y descansar un poco antes de empezar con el turno. Llegó a su camarote, y encima de su cama estaba su chaqueta doblada, fue a quitarla para no arrugarla al acostarse y se encontró con una grata sorpresa. Debajo de su chaqueta había una magdalena. El hecho de encontrarse allí la magdalena hizo que una sonrisa se formara en su cara. No sabía quien la había dejado allí, pero había acertado, llevaba días buscando algo de dulce por la cocina y siempre salía de allí con un sobre de azúcar que le daba Salome. Se sentó en su cama, y como una niña pequeña, cruzó las piernas y empezó a comerse la magdalena a mordiscos pequeños como si quisiera que no se acabara. Cuando terminó se alargó y no tardó en quedarse dormida ya que estaba bastante agotada.

Recordaba a la perfección su sueño, estaban en el comedor inquietos, todos habían recibido un mensaje a su móvil, al parecer tenían cobertura. El mensaje indicaba unas coordenadas acompañado de un SOS. Nadie parecía darse cuenta de lo que pasaba hasta que el primer oficial habló: "No estamos solos, alguien más a sobrevivido, leñe". Todos sonrieron y una bocanada de alegría inundó el barco. Todos se abrazaban y mostraban lo contentos que estaban por la noticia. Entre la gente, Palomares se hizo paso hasta llegar a ella, al verse ambos sonrieron y se abrazaron. Pero todo no quedo ahí, Palomares movido por la emoción puso sus manos en la nuca de Vilma y la besó. Lentamente abrió los ojos, al darse cuenta de lo ocurrido se fue dejando a Vilma con una media sonrisa. Había sido un beso dulce, inocente. Al recordarlo Vilma no pudo evitar sonreír, pero su sueño no acababa ahí. Iba dando vueltas por el barco buscando a Estela, Piti y Palomares, hacía rato que no los veía. Ainhoa estaba con Ulises, y desde que Ramiro apoyaba a Gamboa su relación se había helado y casi no hablaban. Por lo que fue a buscarlos ya que no le apetecía estar sola.
Bajó por las escaleras y escuchó voces, conforme avanzaba por el pasillo y se acercaba a la sala de maquinas las voces se escuchaban mejor. Sabían a quien correspondían aquellas voces pero no entendía lo que decían hasta que no llegó a la puerta. Y hubiera preferido no oír lo que pasaba. Se quedó helada. Piti vestido, Palomares desnudo, uno jugándose el sacerdocio y el otro la paternidad de su hijo. ¿Quiénes se creían para jugar con la paternidad de su hijo?Por suerte todo había sido un sueño, se recordó a ella misma.

Se bebió le vaso de agua que todavía tenía en la mano y se fue a cumplir con su turno. Tenía turno con Ainhoa en lavandería, rápidamente llegó donde ya se encontraba la hija del capitán. Se pusieron a doblar las toallas mientras Ainhoa le contaba lo ocurrido con Gamboa, al parecer no recordaba nada y aun creían que él y Ainhoa estaban juntos, algo que por supuesto no era cierto. Estaban terminando cuando Ulises apareció. Nada más ver la cara de ambos Vilma le dijo a Noa que se fuera con él, solamente quedaba repartir las toallas por los camarotes y podía hacerlo ella. Tubo que insistir ya que Ainhoa se negaba pero al final la convenció. Vilma cogió el montón de toallas y subió a los camarotes

Entró en el camarote de los chicos, no había nadie, dejó las toallas encima de la cama y no pudo evitar fijarse en la mesita de Piti, allí encontró una magdalena. Al verla sonrió como una niña, había sido él el que le había puesto la magdalena bajo su chaqueta. Fue a cogerla pero al lado había un cubilete con unos dados dentro. Su mente empezaba a nublarse, rápidamente se sentó en la cama, su respiración era entrecortada. Metió una mano en el bolsillo de su pantalón y sacó una pajarita de papel. Con la pajarita en una mano y el cubilete en la otra giró su cabeza hacia la cama de Palomares, y allí estaba, aquella libreta amarilla de la que se habían arrancado la hojas para hacer las pajaritas que estaba recibiendo en los últimos días. Ahora todo concordaba, no había sido un sueño, había sido real. La cobertura, la radio, el beso, la apuesta... por eso le había dejado Piti la magdalena, era el único en el barco que tenia dulce, jugando a los dados se ganó la comida de Estela y las chicas. Unas frases empezaron a bombardear su mente: "Quiero ser el padre", "Te he besado", "Porque te quiero, coño", “Porque me gusta cuando sonríes”. Todo cobraba sentido. Era real que ambos le habían dicho que la querían, por eso fue a descansar para evadirse de lo ocurrido, y lo consiguió llegando a creer que todo había sido un sueño.

Se estaba agobiando en aquel camarote, dejó las cosas encima de la cama y rápidamente salió de allí. Llegó a cubierta, se acercó a la barandilla, se sujetó con las manos y se inclinó hacia atrás respirando el aire que le daba de pleno en la cara. Una vez que se relajó intentó poner en orden sus ideas. Piti le había dicho que la quería, y Palomares le había dado a entender de que el beso para el no fue una tontería. Para ella, Palomares era su mejor amigo en aquel barco, a quien se lo podía contar todo sin que la juzgara y no por el hecho de que fuera cura, sino porque era un buen amigo, pero para ella era solo eso, un amigo, un confidente. Era bueno tener a alguien así en el barco. A Piti, en cambio, lo veía de otra forma. Siempre la estaba cagando, pero en el fondo le gustaba ver como lo solucionaba porque siempre le sacaba una sonrisa. Sabia sacar una sonrisa en cualquier situación, por muy difícil que fuera, y eso le hacía especial. Desde el principio supo que se enamoraría de él, algo que siempre intentó negar, incluso a ella misma. Lo supo desde que lo miró a los ojos, además de que era el tipo de hombre del que siempre se enamoraba. Nunca le había salido bien, pero no le importaba, no con Piti porque algo en él era diferente, después de todo tenía un lado tierno que por el momento solo había demostrado con ella. Ese punto de ternura detrás de la fachada de don Juan le encantaba.

Se retiró de la barandilla y dejó paso a los marineros que estaban trabajando. Miró a su alrededor y supo lo que tenía que hacer. No sabía cómo terminaría aquello, pero había que intentarlo. ¿Quién tiene la garantía de que iba a salir mal? Rápidamente entró en el barco y fue a la biblioteca. Una vez allí, buscó entre los libros hasta encontrar el que buscaba, lo cogió y se fue a su camarote. Estaba sola, lo que le venía perfecto, no quería a nadie allí preguntando que hacía o porque lo hacía. Ella sabía sus razones y eso bastaba. Empezó a pasar hojas de aquel libro hasta encontrar la que necesitaba. Dejó el libro abierto y una moneda encima, y se alargó en la cama a esperar el momento justo. Estaba a punto de quedarse dormida cuando escuchó a los chicos acercarse por el pasillo. Se incorporó y cuando oyó que por fin cerraron la puerta del camarote cogió la moneda que había dejado sobre el libro y empezó a dar pequeños golpes sobre la tubería dejando un mensaje: - /. // --.- /..- /../ ./ .-. /---