viernes, 9 de diciembre de 2011

Abro los ojos, todo está oscuro. Miro la hora en mi reloj: las cinco de la mañana. Todavía es pronto. Como siempre desde hace algunas semanas, me despierto en mitad de la noche, asustada por pesadillas que luego ni siquiera recuerdo. Como siempre, ahora me daré la vuelta y encontraré a mi lado a Piti, que me abrazará hasta dormirme. Pero, al parecer, no todo es como siempre: las pesadillas están ahí, la oscuridad está ahí… pero falta lo más importante.

Entonces empiezo a recordar. Recuerdo lo que pasó el día anterior. Recuerdo a Palomares. Recuerdo nuestro beso. También recuerdo como Estela nos vio, y como después se enteraron todos, incluido Piti.

¿Por qué lo hice? Realmente ya sé la respuesta, dudaba de todo; de mi, de Piti, de mi futuro, del suyo… lo veía todo demasiado oscuro

“¿Cómo puede ser Piti tan infantil a veces? ¿Por qué no es un poco mas consciente de todo?” me preguntaba a mi misma. Y, sabiendo que Palomares estaba enamorado de mí, vi otra salida, otro futuro… Mezclé eso con el amor, y todo se vino abajo.

Y, en aquella sala, después de que Piti se rindiera con el baile, y Palomares en cambio siguiera, me pregunté a mi misma si no sería aquello una metáfora de la realidad… Piti estaría ahí, pero, ¿realmente sería capaz? ¿Haría lo correcto llegado el momento? ¿Afrontaría la responsabilidad que supone criar a un niño?

Pero, en cuanto di ese beso, me di cuenta de que estaba cometiendo un fallo tremendo. Realmente no sentía nada por Palomares, no estaba enamorada de él, solamente creía, y en el fondo quería estarlo.

Estoy enamorada de Piti, lo he estado desde el preciso momento que subí al barco y lo vi, con el chicle pegado en la frente. Ahora me doy cuenta de que, aunque Piti sea demasiado infantil en ocasiones, esté todo el día contando chistes, o incluso con ese chicle en la frente, siempre ha estado ahí, ayudándome, protegiéndome. Que la ha cagado muchas veces, si. Pero también ha sabido como arreglarlo. Que si no fuera por él, yo ya me habría rendido hace mucho tiempo.

Vuelvo a mirar el reloj. Ya son más de las siete. Y hay más luz. No me había dado cuenta, entre pensamientos, pero ya no está oscuro, ha empezado un nuevo día. Todo se va aclarando…
Tal vez, nuestro futuro, aquel que yo creía oscuro, sea como despertarse en mitad de la noche, asustado por las pesadillas… Inevitablemente, llegará la luz de la mañana.

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